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CARMEN DE BURGOS SEGUÍ


(Almería, 1867 - Madrid, 1932). Escritora, periodista, maestra y feminista. 

Perteneció a una de las “buenas familias almerienses” de finales del siglo XIX y principios del XX: hija de Nicasia Nieto y José Burgos Cañizares, vicecónsul de Portugal, dedicado al negocio de explotación de minas. Vivió su infancia entre Rodalquilar, en el cortijo familiar de La Unión y la capital almeriense. Este escenario, sus paisajes y sus gentes serán un elemento recurrente en algunas de sus obras como señas de identidad. Ya adolescente recibió en la capital una educación propia de su clase. Se casó muy joven con Arturo Álvarez Bustos, periodista con quien colaboró activamente en su periódico Almería Bufa, que tenía la imprenta en la calle de las Tiendas. Tuvo cuatro hijos de los que sólo le vivió su hija María, nacida en 1895. Fue infeliz en su matrimonio y se separó en medio del escándalo de una ciudad de provincias a finales de siglo, abandonando su casa del Malecón de la Rambla en 1898 y trasladándose a la de sus padres.

      Su formación la había iniciado durante su matrimonio, llevada por su espíritu independiente de mujer luchadora. Comenzó sus estudios de Magisterio como alumna libre en Granada, obteniendo los títulos de Maestra elemental (1895) y Maestra superior (1898). En esas fechas compaginó sus trabajos periodísticos con la dirección en la capital almeriense del colegio privado de niñas Santa Teresa, en el distrito de las Huertas, donde destacó por sus ideas pedagógicas en la línea de la Institución Libre de Enseñanza. En mayo de 1901 ingresa por oposición como profesora de la Escuela Normal de Guadalajara. Desarrolló una intensa actividad literaria con constantes viajes a Madrid atraída por su vida cultural y realizó un primer viaje de ampliación de estudios al extranjero: Francia, Italia y Suiza (1905-06), al que seguirían otros a Europa pensionada por la Junta de Ampliación de Estudios. En ese año realizó un curso de Metodología para la enseñanza de sordomudos y ciegos. En el curso 1906-1907 estuvo en comisión de servicios en la Escuela de Artes e Industrias de Madrid, donde desempeñará la Cátedra de economía doméstica. En 1907 fue destinada a la Escuela Normal de Toledo. En 1908-09 se le abre un expediente en la Escuela, ella lo atribuye a su actitud e ideas avanzadas, pero lo cierto es que son momentos de gran actividad literaria con dificultades para compaginar su labor docente; se prepara entonces el primer número de la  Revista Crítica. En el fallo del expediente se estima falta de pruebas y se reconoce su prestigio social, no olvbidemos que ya entonces Carmen estaba reconocida en los círculos intelectuales y políticos madrileños. 

En Noviembre de 1909 sale de provincias y se traslada definitivamente a Madrid, siendo nombrada profesora especial de la Escuela de Artes y Oficios de Madrifd para impartir elementos de Historia del Arte y ese mismo año fue nombrada profesora numeraria de la sección de Letras y prácticas de enseñanza de la Normal Central, en la que permaneció hasta su muerte en 1932. 

 La verdadera vocación de Carmen de Burgos fue la de escritora pero también realizó numerosos trabajos de traducción, obras de autores como Max Nordau, Ruskin, Renán, Tolstoi, Anatole France, Nerval o Salgari.

      En el periodismo fue precursora: la primera redactora de un periódico y la primera mujer corresponsal de guerra. En Madrid comenzó colaborando en diversos periódicos, escribió artículos para La Correspondencia de España, El Globo, el País, etc. hasta que en 1904 es contratada como redactora del periódico El Diario Universal, donde tenía una columna diaria en la primera página titulada “Lecturas para la mujer”. En esas fechas adoptó el que sería su seudónimo: Colombine. En 1906 trabaja en El Heraldo, como corresponsal de este periódico estuvo en 1909 en Melilla cubriendo la guerra al norte de Marruecos y también informó sobre la Primera Guerra Mundial. Con una obra extensísima, compuesta por más de 150 obras de ensayo, narrativa y crónicas de viajes, además de miles de artículos periodísticos, Carmen de Burgos forma parte, por inquietud y temática, de la Generación del 98. Periodista, traductora, ensayista y novelista, destacó como una de los intelectuales más respetados de la época de finales del XIX y principios del XX. .


      Vitalmente feminista, fomentó el debate y la opinión en temas comprometidos para la época como el divorcio o el voto de la mujer. Su feminismo transita desde posiciones moderadas, vinculadas al papel maternal y cuidador de las mujeres, hasta un feminismo radical que refleja en La mujer moderna y sus derechos, obra culmen del pensamiento de esta feminista multidisciplinar que fue la primera reportera de guerra española, la pionera en publicar a diario una columna en prensa escrita, defensora del divorcio y activista por el sufragio femenino.

“La mujer es algo más que la hembra, como el hombre es algo más que el macho, desde el momento en que la inteligencia les permite no quedar reducidos al papel de simples reproductores de la especie”, escribe Carmen de Burgos sobre la teoría de los géneros, veintidós años antes de que lo hiciera la filósofa feminista Simone de Beavouir. De Burgos afirma que el género es un constructo social y cultural y que la diferenciación biológica no puede ser la justificación para negarle a la mitad de la población sus derechos civiles, políticos y laborales.

      Mujer singular en un contexto histórico donde las mujeres eran marginadas de los espacios y mecanismos de poder, tuvo amistad con personajes destacados de la política como Romanones, Moret; de la literatura, como Rubén Darío o Blasco Ibáñez. Creó una tertulia literaria -los miércoles de Colombine-, que reunía a jóvenes artistas y escritores, donde conoció a Ramón Gómez de la Serna, con quien mantuvo una relación amorosa y de colaboración intelectual entre 1908 y 1929. Libre de prejuicios, fue incomprendida y desaprobada en su tiempo por la gran diferencia de edad entre ambos. Vivieron y escribieron juntos hasta 1930, cuando Ramón se marcha a París y, poco después, conoce a Luisa Sofovich, con quien se casó. Sin embargo, la amistad con Carmen la mantuvo hasta el final.

Su producción literaria es abrumadora, escribió más de un centenar de novelas cortas, libros de viajes, artículos, biografías y traducciones. Tuvo relación con la corriente naturalista a través de Blasco Ibáñez, mantuvo contactos con escritores modernistas y estuvo vinculada a la corriente novecentista. Escribía muy rápido, quizá por ello a sus textos les falte el reposo para pulirlos, pero tuvo un gran éxito de crítica y público. Entre sus numerosas obras podemos citar: Los Inadaptados (1909), El honor de la familia (1911), El abogado (1915); Los usureros (1916), Ellas o Ellos y Ellos o Ellas (1916); El último contrabandista (1917), Puñal de claveles (1931), Quiero vivir mi vida (1931) o Los endemoniados de Jaca, publicado después de su muerte; Cartas sin destinatario (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) (1912), libro de viajes.

      En su defensa de los derechos de las mujeres evolucionará de un carácter regeneracionista hacia una progresiva toma de conciencia. Se implica en todo aquello que supone una defensa de las mujeres. Así, forma parte de las Juntas de Damas de la Unión Ibero Americana, organización de carácter conservador para evolucionar hasta posiciones de feminismo más radical. Su pensamiento se inserta en el contexto de su época, si en los primeros momentos defiende el papel de la mujer como madre y esposa o la contraposición entre feminismo y feminidad, evoluciona defendiendo el derecho de la mujer a la educación en igualdad de derechos, aunque es cierto que no llegó a cuestionar la división sexual del trabajo. Mantuvo toda su vida una actitud feminista que llevó desde la lucha individual a la lucha colectiva. Para ella, la mujer se liberaría a través de la educación. Fue una precursora de los derechos civiles de la mujer.


      Su último acto público fue una conferencia en la sede de los radicales socialistas de Madrid sobre la educación sexual. Tuvo un ataque fatal, murió defendiendo la República, dijo “¡Muero feliz porque muero dentro del triunfo republicano! ¡Viva la República!”. Falleció al día siguiente (8-X-1932), tal como había vivido, como una mujer singular.

       Adelantada para su tiempo, inconformista, libre de prejuicios, defensora de los derechos de la mujer, de los ideales de progresismo y de las causas en pro de la igualdad y la libertad, fue una de aquellas mujeres silenciadas por la censura del franquismo, que la investigación está rescatando del olvido. De personalidad arrolladora, estaba abierta al conocimiento y comprometida en todos los acontecimientos de su tiempo. Tuvo una vida intensa en lo personal y en lo intelectual y fue un modelo de compromiso progresista.

Carmen de Burgos “Colombine”, mujer pionera del periodismo y el feminismo

 https://www.youtube.com/watch?v=-xETHiOlczw

Breve vídeo biográfico de Carmen de Burgos.

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