Reto de aprendizaje: IDEAS PARA EL CAMBIO


“El logro de la Igualdad de género requiere de la Participación de Mujeres y Hombres, Niñas y Niños. Es Responsabilidad de Todos“.  Ban Ki-moon, Diplomático Surcoreano

Las vidas de los hombres son complejas y a menudo están configuradas por más de una identidad de género. La raza, el origen étnico, la clase, la casta, la sexualidad, la religión y la nacionalidad son factores que influyen en la forma en la que los hombres definen sus intereses. El creciente reconocimiento de la necesidad de que los hombres participen en la promoción de la igualdad entre los géneros ha venido acompañada de una motivación cada vez mayor de éstos para participar. Esta motivación puede emanar de diversas fuentes; por ejemplo, de las relaciones de los hombres con las mujeres, de su preocupación por su propio bienestar personal o el de sus familias o de su sentido de la justicia social.

En sus familias y comunidades, los hombres viven en un entorno de relaciones sociales con las mujeres y las niñas, en calidad de esposas, parejas, madres, hermanas, tías, hijas, sobrinas, amigas, compañeras de clase o de trabajo y vecinas, y la calidad de estas relaciones determina en gran parte la calidad de la vida de los hombres. Algunos hombres son cada vez más conscientes de que sus vidas también se ven afectadas por un sistema de desigualdad entre los géneros que tiene repercusiones negativas sobre las mujeres y las niñas con las que viven, trabajan e interactúan de diferentes maneras. Muchos hombres se sacrifican por sus hijos y desean que sus hijas crezcan en un mundo que ofrezca a las jóvenes seguridad, libertad y oportunidades para desarrollarse, y ello constituye un motivo de peso para que muchos de ellos apoyen la igualdad entre los géneros.

Los niños y los jóvenes son importantes partícipes en la labor a favor de la igualdad entre los géneros, pues se encuentran en una etapa clave de su desarrollo personal y social. Los jóvenes consolidan sus actitudes y comportamientos hacia las mujeres y las niñas durante la adolescencia o incluso antes, y esas actitudes y comportamientos a menudo continúan en la edad adulta. Los jóvenes reciben mensajes culturales populares sobre la virilidad, pero rara vez se les presentan versiones positivas de la masculinidad que aborden la desigualdad entre los géneros. Por otra parte, la experiencia indica que los niños y los jóvenes a menudo se muestran más dispuestos que los adultos a hablar de las normas de género y a cuestionarlas y a participar en actividades y proyectos a favor de la igualdad entre los géneros.

La forma como se educa a los niños y niñas para que se conviertan en hombres y mujeres —denominada en ocasiones “socialización de género”— se ha convertido en uno de los principales temas de interés para trabajar con niños, niñas y jóvenes a favor de la igualdad entre los géneros. La socialización en este ámbito se considera a veces de forma simplista como un proceso unilateral consistente en dar a los jóvenes una identidad en función del género y las normas por las que deben regirse. Sin embargo, los resultados de las investigaciones ponen de manifiesto que el “aprendizaje sobre las cuestiones de género”.


El crecimiento del movimiento a favor de la igualdad entre los géneros permitirá que las futuras generaciones de jóvenes crezcan en una sociedad en que el respeto mutuo, el apoyo y un sentido de responsabilidad compartida entre los miembros de la pareja sean la norma.

Fuente: Centro Internacional de Investigación sobre la Mujer e Instituto Promundo, 2007. How can we build on what we have learned? Washington, D.C

El Pilar fundamental:

LA EDUCACIÓN

Las investigaciones han destacado la importancia de iniciar la labor a favor de la igualdad entre los géneros con niños y niñas lo antes posible, para facilitar un pronto desarrollo de percepciones positivas sobre las relaciones entre los géneros. En Suecia y en Francia, por ejemplo, algunas escuelas preprimarias cuentan con juguetes y juegos indiferenciados por género, que normalmente no existen en los hogares, para evitar inculcar en los niños actitudes y comportamientos estereotípicos.

Esta labor puede reforzarse mediante la sensibilización acerca de las cuestiones de género en la educación de los profesores y a través de una formación continua.

Las actitudes y prácticas de los profesores en el aula pueden condonar o reforzar las desigualdades entre los géneros explícita e implícitamente. Los profesores puede que presten más atención a los niños, se dirijan a ellos con más frecuencia o los escuchen y respondan más que a las niñas, mientras que elogien a las niñas por su pulcritud y buen comportamiento. Sin embargo, el aula también puede ser un entorno para promover la igualdad entre los géneros estimulando el debate sobre las cuestiones relacionadas con la igualdad entre los géneros y creando una cultura y una atmósfera de respeto mutuo.

Los sistemas, estructuras y procesos de la educación formal pueden fomentar la discriminación, pero también pueden constituir foros útiles para promover la igualdad entre los géneros. Para que el entorno escolar fomente dicha igualdad es necesario revisar todos los aspectos del funcionamiento de la escuela y reevaluarlos desde una perspectiva de género utilizando un enfoque de conjunto y aglutinador. Los programas específicos para promover la igualdad entre los géneros o los dedicados a suprimir determinadas desigualdades entre ellos resultarán ineficaces si no se tienen en cuenta las desigualdades estructurales dentro del entorno escolar.


CONCLUSION

Los hombres son cada vez más conscientes de que la igualdad entre los géneros es un objetivo social esencial y están cada vez más convencidos de que las normas, papeles e identidades de género pueden ser y están siendo transformados por la acción social. Lo que se necesita ahora es un amplio compromiso de participación en este proceso de transformación hacia la igualdad entre los géneros por parte de los hombres a través de una mayor cooperación con las mujeres. Los hombres pueden adoptar medidas concretas en colaboración con las mujeres para transformar la desigualdad en las relaciones entre los géneros en las familias, las comunidades e instituciones sociales como el lugar de trabajo y la escuela, y promover la igualdad de poder, de recursos, oportunidades y beneficios en todos los ámbitos.





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